Managua. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, condenó este sábado la muerte del guerrillero colombiano Raúl Reyes, considerado el número dos de las FARC, y advirtió que su asesinato fue "un acto de provocación" que puede afectar el proceso de paz y de diálogo en Colombia.
Ante artistas y periodistas en Managua, Ortega acusó a su homólogo colombiano Álvaro Uribe de poner en riesgo el plan de liberación de rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que ha dejado en libertad a siete secuestrados en los últimos dos meses.
"Nosotros tenemos que condenar la actitud del gobierno del presidente Uribe", afirmó el mandatario, al calificar la muerte de Raúl Reyes como "un acto de provocación total" para "matar las posibilidades de paz en Colombia".
El vocero de las FARC, cuyo nombre es Luis Edgar Devia Silva, fue abatido junto a otras 16 personas en un campamento guerrillero ubicado en territorio ecuatoriano, que fue bombardeado mediante un operativo del ejército de Colombia.
Ortega calificó como una "dolorosa noticia" la muerte del guerrillero, de quien dijo no era el segundo al mando de las FARC a nivel militar, sino "el primero al frente de la política diplomática de paz".
"Él era el compañero que tomaba contacto con representantes de gobiernos latinoamericanos y europeos", aseguró el gobernante sandinista, quien dijo haber conocido personalmente a Raúl Reyes.
"Al asesinarlo en un momento de alto al fuego, se asesina precisamente al hombre que venía acumulando experiencia, conocimiento y reconocimiento internacional", insistió el presidente.
Ortega adujo que Reyes aportó al proceso de liberación de rehenes de las FARC, en una iniciativa apoyada por los gobiernos de Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Francia, entre otros.
"Y miren qué contraste: mientras las FARC está liberando, el gobierno está asesinando", señaló, advirtiendo que más allá de la muerte de Raúl Reyes, "están asesinando las posibilidades del proceso de paz".
Ortega instó a Uribe a dialogar con la guerrilla bajo los auspicios de otros países, como él lo hizo cuando gobernó Nicaragua por primera vez, en la década de 1980, y aceptó la ayuda de Colombia, México, Panamá y Venezuela que formaron el Grupo de Contadora para contribuir a la pacificación de Centroamérica
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